miércoles, 30 de enero de 2013

MENSAJE MADRE SUPERIORA GENERAL

MENSAJE Para el 3 de febrero de 2013

Año del 30º aniversario de la Beatificación de María Rivier

Año de la fe y de la Nueva Evangelización

A las Hermanas y a todos vosotros, amigo(a)s de María Rivier :

Sois muchos en el mundo los que formáis parte de la gran Familia de María Rivier: padres de nuestras Hermanas y de nuestros alumnos, estudiantes de ayer y de hoy, personal educativo y sanitario, empleado(a)s, directores, directoras y administradores, consejeros profesionales, jóvenes evangelizadores y voluntarias misioneras, miembros de las fraternidades (asociados María Rivier), seglares consagradas, sacerdotes amigos así como los muchos colaboradores, colaboradoras y bienhechores.

Todos y todas, sea cual sea vuestra edad, vuestro país, vuestra función, contribuís a la vitalidad de la familia espiritual de María Rivier. Gracias a vosotros, la herencia que nos ha dejado sigue dando frutos en los veinte países en que trabajan las Hermanas de la Presentación de María.

Herencia de María Rivier

En este período de crisis económica que afecta a nuestros países, muchos desearían que la herencia de nuestra beata Madre estuviera en lingotes de oro o en pozos de petróleo. ¡Cuántas miserias podríamos aliviar con ellos!

María Rivier nació en una familia de comerciantes acomodados para aquel entonces, pero su bolsa estaba prácticamente vacía porque no guardaba casi nada para ella. Quizá conocéis esa anécdota en la que aún niña, habiendo recibido de su tío una moneda, salió a la calle en busca de alguien a quien ofrecer su regalo. Acercándose a una mujer, le preguntó: « Señora, ¿es Vd. pobre ? ». Aquí vemos ya su corazón de niña tocado por el sufrimiento de los demás.

La herencia recibida de María Rivier, ya lo habéis adivinado, vale mucho más que todo el oro del mundo. Lo que ella nos ha dejado es su FE capaz de trasladar montañas. Su fe en la vida, su fe en Aquel que es camino de Vida: Jesucristo.

Hoy más que nunca, tenemos necesidad de creer.

Creer que la vida es bella

Creer que los sufrimientos del camino son pasajeros

y que la violencia no tendrá la última palabra

Creer en la fuerza del amor

ese amor recibido y dado que permite superar los desafíos de la vida.

Ese es el mensaje de esperanza que ha venido a traernos el Niño del nacimiento que acabamos de celebrar. Pero, por desgracia, para muchos de nuestros contemporáneos, este mensaje pasa

desapercibido, perdido en el ruido, la publicidad, las « fiestas», la rutina de la vida o el cansancio de este tiempo festivo.


Año de Paz y de Felicidad

Decidme, ¿con qué riman nuestros deseos de PAZ y de FELICIDAD para el Año Nuevo si no creemos en Aquel que hace posible esa paz y esa felicidad?

« Dios mío, tú amas todo lo que has creado.

Lo que quieres realizar con nosotros, es para siempre.

Sólo tú no eres transitorio.

Eres ternura y amor maternal. Eres el Dios de la mucha paciencia.

Estás cerca de cuantos confían en ti, de cuantos claman a ti con sinceridad.

Que tus amigos bendigan tu Nombre.

Que anuncien la alegría del mundo nuevo que preparas ».

(Stan Rougier, Muéstrame tu Rostro, p.145)

A través de los siglos, generaciones de creyentes han rezado los salmos y porque han creído en la verdad de esas palabras, han contribuido a transformar su ambiente. Como María Rivier y tantos otros santos de la vida ordinaria, han sabido hacer suya la oración de Francisco de Asís : « Señor, haz de mi un instrumento de tu Paz :

Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.

Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.

Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.

Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría. »


Encendamos velas de esperanza

De María Rivier decía la gente que su sola presencia daba ganas de ser mejor. Y ¿por qué no sería posible eso mismo de cada uno y cada una de nosotros? Es suficiente con tener encendida en nuestro corazón la llama de la esperanza, y la luz se propagará. Una velita en una habitación obscura basta para tranquilizarnos y para encender otras. ¿Quién no ha hecho ya esta experiencia cuando ha habido un apagón?

Velas de esperanza, María Rivier encendió muchas a lo largo de su vida. Pensemos en las familias cuyos hijos frecuentaban una de las 142 escuelas que fundó en su vida. Y eso se sigue dando hoy a través de sus hijas extendidas por el mundo y gracias a todos vosotros que colaboráis con ellas.

Convencida de que la unión hace la fuerza, a María Rivier le gustaba repetir a sus primeras compañeras: « Juntémonos », hagamos « lo poco que podamos» y Dios hará el resto. Y eso funciona. Los milagros de la multiplicación del trigo existen aún hoy.

• Se construyen nuevas escuelas; otras prosiguen su misión gracias al apoyo y a que se hacen cargo de ellas seglares competentes y convencidos.

• Estos últimos años, se han llevado a cabo nuevas inserciones en ambientes desfavorecidos en Burkina Faso, Perú y Filipinas…

• La Pastoral Juvenil es activa y suscita iniciativas de acercamiento interesantes.

• Dentro de poco abrirá sus puertas un orfanato en Filipinas, gracias a vuestra solidaridad.


Un secreto para descubrir

Hoy, como en tiempos de María Rivier, no faltan los desafíos. Por lo tanto es importante saber de dónde sacaba su ardor infatigable para responder a las necesidades de su tiempo, esa mujercita, de salud frágil. Quienes han tenido la agraciada suerte de visitar nuestros lugares de origen en Francia y de pararse en Montpezat, lo saben muy bien. En la iglesia del pueblo natal de María Rivier se encuentra una Pieta. Escultura austera y parecida a otras muchas de esa época, pero que para nosotras tiene un sentido y un atractivo especial. En efecto, ¿hay algo más angustioso, que una madre sosteniendo en sus brazos el cuerpo sin vida de su hijo – pequeño o mayor- , porque al fin y al cabo, el dolor es el mismo ?. Ahí, ante esa Madre dolorosa, se modeló la vocación de María Rivier.

Pero ¿qué podía entender Marinette a esa edad en la que una niña no piensa más que en jugar? En sus largas horas de inmovilidad de minusválida, la pequeña Rivier creyó tenazmente en su posible curación: « Madre buena, cúrame y te traeré niñas y les diré que te amen». Esa fe sólida y audaz es la que la sostendrá a lo largo de su vida sembrada de pruebas. En esa intimidad con María, el corazón de Marinette fue ardiendo de compasión y se abrió a la dimensión del mundo.


Presentación de María

La presencia de María sigue muy viva en el corazón de las Hijas de María Rivier. Son muchas las que, gracias a Ella, afirman haber sido atraídas a la Presentación de María. Con una confianza semejante a la de María Rivier, pidamos a Nuestra Señora que despierte en el corazón de muchas jóvenes el deseo de seguir resueltamente a Jesucristo como seglares comprometidas o como consagradas en la vida religiosa. A pesar de las apariencias a veces contrarias, las jóvenes tienen sed de absoluto, de un sentido a su vida. Sepamos interpelarlas sobre todo por el testimonio de nuestra vida.

En este año, proclamado año de la Nueva Evangelización, intensifiquemos nuestra oración para pedir vocaciones sacerdotales y religiosas. La Iglesia las necesita más que nunca para proseguir el anuncio de la Buena Nueva que es Jesucristo.

En nuestras casas de Oración y sobre todo en nuestras comunidades de Hermanas mayores, la oración del rosario y los tiempos de adoración ocupan un lugar preferente. Ese es un apoyo muy valioso para las que « en el lugar mismo» de la misión han de encontrar las palabras y los gestos que lleguen a las personas de su entorno.

Llamadas a la Vida

El 3 de febrero, haremos memoria de la entrada en la verdadera Vida de María Rivier. ¿Por qué no aprovechar esta ocasión para reflexionar en nuestra vida como preparación a la Vida que no terminará? Una forma de familiarizarnos con nuestra muerte y con los sufrimientos inevitables. Yo admito que no está en absoluto de moda actualmente en que todos los medios son buenos para engomar esas realidades. Pero, lo queramos o no, estamos de « paso » en esta tierra y nuestra peregrinación no se hace sin ampollas en los pies.

¿Hay belleza sin sufrimiento? Ya se trate de un pintor famoso, de una deportista medalla de oro o de un músico prodigioso, todos han tenido que pasar por un aprendizaje largo y a menudo doloroso. Todo nacimiento necesita un tiempo de alumbramiento… antes de que estalle la alegría. Ese es, vivido a nuestro alcance, el sentido del gran misterio de la muerte/ resurrección del Señor. Él nos ha precedido para persuadirnos de que nuestros sufrimientos adquieren sentido en Él. Porque ha vencido a la muerte, podemos avanzar confiadamente. Lo que ya contemplamos de la hermosura de la Creación y de la luz de las estrellas no es más que un anticipo de lo que viviremos en Su presencia el Día de la dicha sin fin.


Bienaventurados…

Hace 30 años, en una solemne celebración en San Pedro de Roma, la Iglesia proclamaba Beata, a María Rivier. Lo era mucho antes, puesto que su muerte tuvo lugar en 1838. Pero para Dios, « mil años son como un día », dice la Biblia. Sus cálculos no son los nuestros. Y tampoco su forma de medir. Es experto en multiplicación y en superlativo. Mirad el número de las estrellas, la variedad de colores y de perfumes, la multiplicidad de especies y la diversidad de su belleza.

Si la tierra ya es tan bella, ¿qué será el cielo? Nuestra permanencia en la tierra es un tiempo de aprendizaje. El esplendor luminoso de la visión beatífica correría el riesgo de cegarnos, si antes no hubiéramos entrenado nuestra mirada en esa belleza invisible. En el día a día es donde y cuando nos familiarizamos con la luz de la Felicidad, acogiendo cada acontecimiento como un regalo de Dios. Releamos las Bienaventuranzas y pidamos a María Rivier que nos acompañe en esta lección de vida, puesto que ella se hizo una experta en ese campo.

Con semejante consejera, avancemos confiadamente El Reino « futuro » ya « está aquí » cada vez que reconocemos a Jesús en medio de nosotros.


A todos y a todas, mi gratitud por vuestra presencia y vuestro apoyo.

Que la bendición de Dios os alcance allí donde estéis, así como a vuestras familias.

Superiora general 3 de febrero de 2013 Castelgandolfo,

Presentación de María

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