jueves, 9 de junio de 2011

CRUZ DE LOS JÓVENES


Juan Pablo II decidió regalar una cruz a los jóvenes y les encomendó: “Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que solo en Cristo muerto y resucitado hay salvación de redención”. Desde ese momento la cruz y el icono se han convertido en verdaderos peregrinos, han recorrido y recorren el mundo entero, y hoy la tenemos ante nosotros.

Toda la Comunidad Educativa ha recibido con emoción la Cruz de los Jóvenes, y la ha acompañado desde la residencia de ancianos Sta. Bárbara hasta nuestro centro.

Hemos vivido este momento de oración con agradecimiento por haber conocido este amor, y pidamos la gracia de contemplar el misterio de la cruz, que nos llene de caridad para con los que más sufren.


















La cruz es símbolo del amor y la misericordia de Dios por todos y cada uno de nosotros.



- No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón.
-El que cree en mí y se bautice se salvará.
-He venido para que tengáis vida y vida en abundancia.
-Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
-Aquel que tiene fe, no estará nunca solo.
-Se aprende a perdonar, perdonando, se aprende a amar amando; se aprende a imitar a Jesús siguiendo sus pasos.
-Amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios.


“Victoria tu reinarás; oh cruz, tú nos salvarás.











POESÍA DE LA CRUZ


No me mueve, mi Dios, para querete
El cielo que me tiene prometido,
Ni me mueve el infierno tan temido
Para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
Clavado en una cruz y escarnecido,
Muéveme ver tu cuerpo tan herido,
Muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin tu amor, y en tal manera,
Que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
Y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
Pues aunque lo que espero no esperara,
Lo mismo que te quiero te quisiera.




ORACIÓN DE LOS PADRES


Amigo y Señor nuestro Jesucristo,
¡qué grande eres!
Con tus palabras y tus obras nos ha revelado
Quién es Dios, Padre tuyo y Padre de todos nosotros,
Y quién eres Tú: nuestro Salvador.
Nos llamas a estar contigo
Queremos seguirte adonde vayas.
Te damos gracias por tu Encarnación;
Eres el Hijo Eterno de Dios, pero no te importó rebajarte y hacerte hombre.
Te damos gracias por tu Muerte y Resurrección;
Obedeciste la voluntad del Padre hasta el final
Y por eso eres Señor de todos y de todas las cosas.
Te damos gracias porque en la Eucaristía te has quedado entre nosotros;
Tu presencia, tu sacrificio, tu banquete
Nos invita siempre a unirnos a Ti.
Nos llamas a trabajar contigo
Queremos ir adonde Tú nos envíes
A anunciar tu Nombre, a curar en tu Nombre, a acompañar a nuestros hermanos hasta ti.
Danos tu Espíritu Santo, que nos ilumine y fortalezca.
La Virgen María, la Madre que nos diste en la cruz, nos anima siempre a
Hacer lo que Tú nos dices.
Tú eres la Vida. ¡Que nuestro pensamiento, nuestro amor y nuestro obrar
Tengan sus raíces en Ti!
Tu eres nuestra Roca. ¡Que la fe en ti sea el fundamento sólido de toda nuestra vida!

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.





CONTEMPLACIÓN


La cruz de Cristo, el Cristo crucificado, será ahora el centro de nuestra celebración. Es el centro de nuestra asamblea. No hace falta explicar, sino mirar, contemplar:
1- Fíjate en su cabeza, es el rey coronado de espinas. Ahí nos está redimiendo de nuestros orgullos y ambiciones.
2- Fíjate en sus brazos, abiertos, como queriendo abrazar el mundo. Ahí se inicia un movimiento de reconciliación.
3- Fíjate en sus manos, cosidas al madero por los clavos. Manos gastadas de tanto servir, de tanto ayudar, de tanto compartir.
4- Fíjate en su rostro ensangrentado, es un rostro deformado por los golpes. Pero él nos devuelve toda la belleza humana.
5- Fíjate en su cuerpo, roto por los azotes y por la carga de nuestros pecados. Por cada una de las heridas nos llega la salvación.
6- Fíjate en sus pies, los pies que tantos caminos recorrieron en busca del hombre herido o perdido.
7- Fíjate en su costado, es la herida más significativa, que nos permite entrar en su CORAZÓN.


BESA A JESÚS


Después de contemplarlo, la Iglesia te invita a besarlo y adorarlo. Acércate a Jesús con admiración y con asombro.
Besa a Cristo crucificado con los labios del corazón. Transmite en cada beso lo mejor que hay en ti.
1- En los pies clavados, beso de arrepentimiento. En este beso le pides perdón por tus olvidos, por tus orgullos y egoísmos. Piensa en todo lo que haces sufrir a los hermanos.
2- En las manos heridas, beso de agradecimiento.
3- En el corazón, el beso de la amistad y del amor.







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