En las profundidades del mar vivía una sirena llamada Perla. Algunos días se encontraba triste, porque su mayor ilusión era ver limpias y transparentes las aguas del océano.
Un día pasaba una gaviota y se encontró a Perla llorando.
- ¿Qué te ocurre? Preguntó la gaviota.
Entre lágrimas, Perla contestó
- Lloro porque siempre me encuentro desechos que tiran los humanos, y para rematar la mayoría me los encuentro en el arrecife de coral más poblado del océano.
¡No saben cuidar la naturaleza¡ Contestó dolorida.
- Yo que he ido al Polo Norte y al Polo Sur, me he encontrado con osos polares llorando con motivo de que el hielo se derrite por el cambio climático. ¿Qué podríamos hacer?
- ¡Ya lo tengo¡ ¡Ven acércate¡ Primero hay que reunir a todos los peces y decirles que se escondan. Cuando los humanos vean que no hay peces decidirán no contaminar más.
Entre lágrimas, Perla contestó
- Lloro porque siempre me encuentro desechos que tiran los humanos, y para rematar la mayoría me los encuentro en el arrecife de coral más poblado del océano.
¡No saben cuidar la naturaleza¡ Contestó dolorida.
- Yo que he ido al Polo Norte y al Polo Sur, me he encontrado con osos polares llorando con motivo de que el hielo se derrite por el cambio climático. ¿Qué podríamos hacer?
- ¡Ya lo tengo¡ ¡Ven acércate¡ Primero hay que reunir a todos los peces y decirles que se escondan. Cuando los humanos vean que no hay peces decidirán no contaminar más.
La idea de Perla funcionó. Cuando los peces se escondieron, los humanos no echaban las redes, hasta algún que otro pez se reía con pequeñas burbujitas. Los humanos se reunieron y decidieron que a partir de ahora los barcos funcionarían con energía solar.
Al final Perla fue muy lista con esa idea. Pero no solo Perla se tiene que preocupar del medio ambiente, también los humanos tenemos que hacer lo mismo que hizo Perla.
Mª Esther Gómez Pulgarín
6º E.P.O Presentación de María.
Peñarroya- Pueblonuevo
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